El derecho al ocio y a la exprociación individual, de Severino di Giovanni

Libro El derecho al ocio y a la expropiacion individual Severino di giovanni

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En 1933 los sectores anarquistas revolucionarios de Montevideo publicaban, a través de la revista «Afirmación», un potente texto de un compañero que firmaba como Briand. El escrito ( titulado «El derecho al ocio y a la expopiación individual» ) reivindicaba la expropiación como un medio legítimo de lucha de la clase obrera. El original había sido escrito en italiano y publicado en Nueva York por la revista «L’Aldunata dei Refrattari», una de las revistas anarquistas insurreccionales más importantes de aquel entonces, que difundía algunas de las posiciones más claras y combativas del proletariado.

Miguel Ramos, editor de «Afirmación», había tenido que exiliarse de Argentina luego del golpe de estado del general Uriburu en septiembre de 1930. Ramos fue uno de los grandes defensores de la expropiación y de la lucha armada.

Briand era el seudónimo que utilizó Severino di Giovanni para firmar el artículo. Definido como un «agitador italiano que profesaba un anarquismo antiorganizativo y violento» por la prensa, Severino era uno de los representantes más activos de las ideas anarquistas expropiadoras en la zona del Río de la Plata. Nacido en Italia, Severino se había exiliado en 1923 tras del ascenso de Mussolini al poder. Era un individualista que formaba grupos con anarquistas de acción, es decir no se trataba de alguien contrario a la organización en si misma, sino que se oponía a un tipo de orgánica. También se enfrentó a la publicación anarquista «La Protesta», contraria a la violencia armada y a favor del trabajo de propaganda y la acción sindical legal. Las diferencias llegaron a tal punto que años más tarde Di Giovanni (o algún compañero de su entorno) ajustició a Emilio López Arango en 1929, director del diario «La Protesta», periódico cuyos cabecillas -Arango y Diego Abad de Santillán- se habían ensañado en una campaña de calumnias contra los anarquistas revolucionarios. El gobierno de Uriburu le aplicó a Severino la ley marcial, tras arrestarlo luego de una serie de acciones directas contra la dictadura burguesa en uniforme militar, y lo fusiló en la Penitenciaria Nacional, junto al compañero Paulino Scarfó en 1931. El Estado de Argentina se vengó así de estos dos revolucionarios, los cuales no se doblegaron ni en los momentos finales frente al pelotón de fusilamiento.